lunes, 28 de enero de 2008

Armas Atómicas Sostenibles SA

El adjetivo "sostenible" está de moda. Ahora todo lo es. Desde las inmobiliarias a la pesca y la caza, pasando por Gran Scala o la infraestructura del Tren de Alta Velocidad. Y cuando algo no es, lo que se dice, exáctamente sostenible o existen dudas de que así sea, pues se le maquilla argumentando que si no lo es, pues ya configuraremos una comisión, o una iniciativa popular, o una reunión de negocios para hacerlo sostenible. Así, ante esperpentos como Gran Scala, no son pocas las voces que dicen que lo que es imprescindible es que se haga bien, que lo mejor es organizar una comisión de expertos que velen porque al complejo le pongan paneles solares, molinos de viento, un circuito depurador para el aprovechamiento de aguas fecales o al hada madrina con su varita mágica. Es decir, que las cosas no son o dejan de ser sostenibles sino que a las cosas se les hace sostenibles. A la sombra de este planteamiento, cualquier idea por descabellada que sea puede transformarse en algo maravilloso. Por ejemplo, las guerras pueden no ser malas en si mismas sino que, con un poco de esfuerzo ,son susceptibles hasta de convertirse en pasatiempos de temporada. Siempre se puede elegir por aquellas armas que contribuyan a una muerte rápida e indolora prohibiendo aquellas que causan un sufrimiento innecesario. También se puede indemnizar a las familias de los muertos para que no pierdan la sonrisa. O evitar un desmoronamiento de la economía ingresando los ahorros de todos los ciudadanos de los países beligerantes para que estos sean reconstruidos tras el conflicto. Quizás pueda parecer que los temas no son comparables pero yo creo que, de acuerdo a su trascendentalidad para la supervivencia del ser humano y de la vida en el planeta, si que lo son. Hay proyectos que no pueden ser sostenibles, debido a sus dimensiones, independientemente del modo en que sean llevados a término. Del mismo modo que hay gente que, de acuerdo con sus capacidades atléticas, no pueden culminar una ascensión al Everest, se pongan como se pongan, o que una guerra será siempre algo nefasto.

Es imprescindible que de cara al buen funcionamiento de la comunidad seamos capaces de admitir, cuanto antes, que La Tierra es un planeta finito, como así lo son sus recursos, y que no podemos llevar a la práctica todo aquello que se nos pase por la cabeza. Que el modo de desarrollarse imperante hasta la fecha ha sido equivocado y que si queremos evitar un colapso drástico de la economía no podemos demorar las soluciones por más tiempo. Sobretodo, porque la generaciones que nos vienen pisando ya los talones tienen que aceptar ciertos planteamientos en cuanto a la disponibilidad de los recursos naturales. No lo están haciendo, entre otras cosas, porque nadie se lo está demandando. Observar a la gente que viene es observar una generación de ultraconsumistas cuya única limitación es la cantidad de dinero que pueden obtener de sus padres. Incluso cuando buscan un trabajo a tiempo parcial, no lo hacen para contribuir en casa o porque sus padres no les dan ningún dinero, sino porque de esa forma pueden acceder a más ropa o a un automóvil. Pretendemos que los adolescentes en los institutos no decapiten a un profesor ante una negativa. Que integren en su comportamiento una correcta escala de valores. Que acepten que para todo hay límites. Que la ética gobierne su día a día. !Pero si ni siquiera nuestra sociedad es capaz de admitir que hay cosas que no se pueden hacer! Así que, a prepararse, que cualquier día vienen Estados Unidos o Irán y nos aseguran que las armas atómicas también son sostenibles. Como la sostenibilidad supone asegurar las necesidades presentes sin hipotecar las futuras... pues claro! eliminando a las generaciones futuras, ya no tenemos que preocuparnos de sus necesidades.

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