Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y ademas los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre del paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo
Mario Benedetti
Hombre de la Paz
Repito estas palabras
con voz que se me escapa
a sitios donde crecen
el crimen, la amenaza,
la fiera soledad
de los que a hierro matan.
Pienso en la última tarde
cantando tus canciones
frente a la gran montaña,
pienso en tu muerte sucia
batido por los golpes,
los gritos y las balas.
Escucho tus silencios,
largos como la lluvia,
regresando a tu casa.
Repito tus caminos,
tus ojos, tus mañanas,
pérdidos por el agua.
Grito tu voz clavada
contra el alba desnuda,
levantándose izada
como un toro que surge
en una tarde clara
frente a la tierra parda.
Repito estas palabras
con voz que se me escapa
a sitios donde crecen
el crimen, la amenaza,
la fiera soledad
de los que a hierro matan.
Pienso en la última tarde
cantando tus canciones
frente a la gran montaña
pienso en tu muerte sucia
batido por los golpes,
los gritos y las balas.
José Antonio Labordeta
Homenaje a Víctor Jara
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