jueves, 11 de septiembre de 2008

11 de Septiembre: nuestra memoria, vuestro fracaso.

Para matar al hombre de la paz

para golpear su frente limpia de pesadillas

tuvieron que convertirse en pesadilla

para vencer al hombre de la paz

tuvieron que congregar todos los odios

y ademas los aviones y los tanques

para batir al hombre de la paz

tuvieron que bombardearlo hacerlo llama

porque el hombre de la paz era una fortaleza


para matar al hombre de la paz

tuvieron que desatar la guerra turbia

para vencer al hombre de la paz

y acallar su voz modesta y taladrante

tuvieron que empujar el terror hasta el abismo

y matar más para seguir matando

para batir al hombre de la paz

tuvieron que asesinarlo muchas veces

porque el hombre de la paz era una fortaleza


para matar al hombre de la paz

tuvieron que imaginar que era una tropa

una armada una hueste una brigada

tuvieron que creer que era otro ejército

pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo

y tenía en sus manos un fusil y un mandato

y eran necesarios más tanques más rencores

más bombas más aviones más oprobios

porque el hombre del paz era una fortaleza


para matar al hombre de la paz

para golpear su frente limpia de pesadillas

tuvieron que convertirse en pesadilla

para vencer al hombre de la paz

tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte

matar y matar más para seguir matando

y condenarse a la blindada soledad

para matar al hombre que era un pueblo

tuvieron que quedarse sin el pueblo


Mario Benedetti
Hombre de la Paz


Repito estas palabras
con voz que se me escapa
a sitios donde crecen
el crimen, la amenaza,
la fiera soledad
de los que a hierro matan.

Pienso en la última tarde
cantando tus canciones
frente a la gran montaña,
pienso en tu muerte sucia
batido por los golpes,
los gritos y las balas.

Escucho tus silencios,
largos como la lluvia,
regresando a tu casa.

Repito tus caminos,
tus ojos, tus mañanas,
pérdidos por el agua.

Grito tu voz clavada
contra el alba desnuda,
levantándose izada
como un toro que surge
en una tarde clara
frente a la tierra parda.

Repito estas palabras
con voz que se me escapa
a sitios donde crecen
el crimen, la amenaza,
la fiera soledad
de los que a hierro matan.

Pienso en la última tarde
cantando tus canciones
frente a la gran montaña
pienso en tu muerte sucia
batido por los golpes,
los gritos y las balas.

José Antonio Labordeta
Homenaje a Víctor Jara

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