Al margen de cuestiones políticas relativas al modo en que se ha gestionado este tema por parte del gobierno de Aragón, ocultando los contactos con la sociedad responsable del proyecto hasta el último momento, tratando a la ciudadanía como un mero observador pasivo cuyas opciones se reducen a decir que si a todo y, además, hacerlo con ilusión, nos oponemos a Gran Scala porque ningún proyecto de estas características es ecológico por el mero uso de paneles solares, circuitos cerrados de agua o debido a que se encuentra situado fuera de una superficie dotada de alguna medidad de protección.
En primer lugar, el volumen de visitas previstas anualmente es de entre unos 20 y 25 millones de las cuales, entre el 80 y el 90 por ciento, vendrán del extranjero, lo que induce a pensar que será el transporte aéreo el más utilizado. La distancia entre París y Zaragoza es de unos 900 kilómetros. Suponiendo que todos los visitantes de Gran Scala vinieran de París, una ciudad relativamente cercana, el volumen total de emisiones sería de unas 4.500.000 toneladas de dióxido de carbono entendiendo que el viaje es de ida y vuelta.
En la actualidad, las emisiones pueden ser valorizadas económicamente gracias al mercado de emisiones. Teniendo en cuenta que el precio de emisión de una tonelada de dióxido de carbono puede entenderse como de unos 10 Euros a 30 Euros, el total asciende a más de 44 millones de Euros o a 132 en el peor de los casos. Apróximadamente entre el 8% y el 24% de los supuestos 600 millones de Euros que, en impuestos, va a generar el complejo. Pero debemos recordar que nos estamos limitando a un radio de menos de un millar de kilómetros y a un único médio de transporte. Además, no sería demasiado ético incrementar el dinero público del territorio a costa de contribuir al que se entiende como el problema más grave al que la humanidad jamás haya tenido que enfrentarse.
A estas emisiones provocadas por el transporte aéreo habría que añadir las correspondientes a desplazarse entre Zaragoza y el lugar de ubicación de Gran Scala, lo que se haría, teniendo en cuenta las infraestructuras actuales, empleando un medio motorizado. Así como las del restante 10% de visitas que lo harían también por carretera o en tren de alta velocidad, cuyas emisiones no son despreciables en absoluto. Con las infraestrucutras actuales, podemos considerar unos ochenta kilómetros la distancia que separará Zaragoza de Gran Scala y que los desplazamientos hasta allá se harán en autobús. Podemos suponer que el autobús va a generar veinticinco gramos de dióxido de carbono por pasajero y kilómetro. El total suponen 90.000 toneladas a añadir a las 2.250.000 del avión. Por último, vamos a entender que ese 10% de turistas que vienen del interior lo hacen desde Madrid o Barcelona -unos 315 kilómetros- y también en autobús: otras 40.000 toneladas. En conclusión, en torno a 4.630.000 toneladas de dióxido de carbono. Destacando que hemos considerado que el 90% de los visitantes venían desde París, algo que, evidentemente, no tiene demasiados visos de ser así. Si pensamos que desde Londres las emisiones se multiplicarían por 3, desde Berlín por 4 o por casi 7 desde Nueva York, es evidente que el problema se agrava muchísimo más. De hecho, si todas las visitas tuvieran su origen en Nueva York, el total de emisiones supondrían en torno al 7% de las de España en el año 2004. No parece muy descabellado si consideramos que viajar desde Tokio hasta Zaragoza multiplicaría por 11 las emisiones desde París y seguro es que Gran Scala cuenta con un importante número de visitantes nipones cada año. Sobretodo, teniendo en cuenta el entusiasmo que han mostrado gestores y promotores.
¿Qué opciones existen para contrarrestar los efectos de semejantes cantidades de emisiones de dióxido de carbono? Pues podriamos optar por invertir en aumentar la masa forestal de la península con el fin de que ese exceso de emisiones sea captado por los vegetales en su proceso de crecimiento. También por colocar un número indeterminado de paneles solares que contribuyan a reducir las emisiones en el sector energético manteniendo el balance nulo.
La huerta solar Monte Alto en Milagro (Navarra), la mayor del mundo, evita únicamente 13.454 toneladas de dióxido de carbono. El mismo efecto depurativo de 673.000 árboles. Para contrarrestar el efecto de 4.630.000 toneladas de dióxido de carbono serían necesarios un total de 231.600.000 árboles aproximadamente. Vamos a suponer una densidad de plantación de 1000 árboles por hectárea, lo que dependiendo de las especies no es del todo cierto y va en contra de nuestros intereses en este artículo, lo que lanza un resultado de 231.600 hectáreas. Atendiendo a otras densidades de plantación la superficie se dispara pudiéndose multiplicar hasta por tres. El presupuesto para la reforestación de 60 hectáreas calcinadas en la Comunidad Autónoma canaria era cercano a los 310.000 Euros. Lo que, extrapolándolo a nuestro caso, supondrían casi 1.200 millones de Euros. Por otro lado, el Plan de Reforestación de Tierras Agrarias plantea un coste de reforestación de 1800 Euros por hectárea lo que daría un total de casi 417 millones de Euros, sensiblemente inferior. Ahora bien, habría que añadir un mantenimiento de 500 Euros/hectárea durante 5 años. En definitiva, el coste total sería de casi 1000 millones de Euros. Además, estamos hablando de replantar cerca de 232 millones de árboles en una superficie de 232.000 hectáreas. El Plan de Reforestación de Tierras Agrarias sólo ha reforestado 600.000 hectáreas desde el año 1994. Por otro lado, el movimiento de la Premio Nobel de la Paz Wangari Maathai ha plantado tan sólo 30 millones de árboles, un irrisorio 13 por ciento, en todo el continente africano desde el año 1977. Además, habría que esperar décadas a que la madurez de estos árboles permitiera que su actividad vital tuviera efectos sobre las emisiones que pretendemos contrarrestar. No hace falta incidir demasiado en que el problema climático lo tenemos aquí y ahora y que la Unión Europea se ha puesto como años límite para la reducción de emisiones el 2020 y el 2050.
En lo que respecta a la segunda de las opciones, de pretender reducir en 4.500.000 toneladas de dióxido de carbono el sector energético, necesitariamos producir un total de 4.277.566 MWh. El total de horas máximas que puede funcionar anualmente cualquier planta de producción de electricidad es de 8.760. Las instalaciones fotovoltaicas raramente superan las 2000 horas. En en el caso de que funcionara esas 8.760 horas, para producir esa cantidad de energía limpia, necesitariamos una instalación de unos 488 MW, para clarificar un poco el tema, aproximadamente la mitad de la potencia de una instalación nuclear. En caso de considerar las 2000 horas que verdaderamente trabajan estas instalaciones, necesitariamos una planta con una potencia el doble de una nuclear. Todo eso suponiendo que Gran Scala no consuma ni un solo kilowatio hora de electricidad. Algo que, todos sabemos, no es posible a menos que iluminen los casinos con velas y, entonces, habría que calcular las emisiones de fabricar esas velas. La huerta solar Monte Alto en Milagro (Navarra) ocupa 51 hectáreas de superficie y tiene una potencia de 9,5MW. La superficie total que debería ocupar esa instalación fotovoltaica en Gran Scala sería de unas 2.600 hectáreas, 600 hectáreas mayor que el macrocomplejo de ocio. Es evidente que ni siquiera colocando paneles fotovoltaicos en cada metro cuadrado del proyecto podriamos evitar el terrible impacto ambiental expuesto en este artículo.
Conclusiones
Gran Scala es un proyecto inviable medioambientalmente debido al elevado volumen de visitantes que espera recibir anualmente. Los efectos contaminantes de unos 22 millones de personas desplazándose desde una ciudad relativamente cercana a Zaragoza como París no pueden ser contrarrestados en un tiempo razonable. No habemos ya del resto de ciudades del planeta.
La actual visión del desarrollo sostenible de gobernantes y empresarios pretende hacernos creer que proyectos de esta envergadura se pueden llevar a cabo respetando ciertos aspectos medioambientales. Sin embargo, un análisis más serio demuestra que los problemas que generan trascienden todos los límites imaginables. El desarrollo sostenible es, por tanto, incompatible con este tipo de actuaciones.
Referencias
http://www.finanzas.com/id.9212480/noticias/noticia.htm
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=376717
http://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/detalle.php?id=259705
http://www.eco2site.com/News/Dic-04/cop1023.asp
http://www.carbonneutral.com/cncalculators/flightcalculateSAS.asp
http://www.mma.es/secciones/calidad_contaminacion/atmosfera
/emisiones/pdf/sintesisresultados.pdfEn primer lugar, el volumen de visitas previstas anualmente es de entre unos 20 y 25 millones de las cuales, entre el 80 y el 90 por ciento, vendrán del extranjero, lo que induce a pensar que será el transporte aéreo el más utilizado. La distancia entre París y Zaragoza es de unos 900 kilómetros. Suponiendo que todos los visitantes de Gran Scala vinieran de París, una ciudad relativamente cercana, el volumen total de emisiones sería de unas 4.500.000 toneladas de dióxido de carbono entendiendo que el viaje es de ida y vuelta.
En la actualidad, las emisiones pueden ser valorizadas económicamente gracias al mercado de emisiones. Teniendo en cuenta que el precio de emisión de una tonelada de dióxido de carbono puede entenderse como de unos 10 Euros a 30 Euros, el total asciende a más de 44 millones de Euros o a 132 en el peor de los casos. Apróximadamente entre el 8% y el 24% de los supuestos 600 millones de Euros que, en impuestos, va a generar el complejo. Pero debemos recordar que nos estamos limitando a un radio de menos de un millar de kilómetros y a un único médio de transporte. Además, no sería demasiado ético incrementar el dinero público del territorio a costa de contribuir al que se entiende como el problema más grave al que la humanidad jamás haya tenido que enfrentarse.
A estas emisiones provocadas por el transporte aéreo habría que añadir las correspondientes a desplazarse entre Zaragoza y el lugar de ubicación de Gran Scala, lo que se haría, teniendo en cuenta las infraestructuras actuales, empleando un medio motorizado. Así como las del restante 10% de visitas que lo harían también por carretera o en tren de alta velocidad, cuyas emisiones no son despreciables en absoluto. Con las infraestrucutras actuales, podemos considerar unos ochenta kilómetros la distancia que separará Zaragoza de Gran Scala y que los desplazamientos hasta allá se harán en autobús. Podemos suponer que el autobús va a generar veinticinco gramos de dióxido de carbono por pasajero y kilómetro. El total suponen 90.000 toneladas a añadir a las 2.250.000 del avión. Por último, vamos a entender que ese 10% de turistas que vienen del interior lo hacen desde Madrid o Barcelona -unos 315 kilómetros- y también en autobús: otras 40.000 toneladas. En conclusión, en torno a 4.630.000 toneladas de dióxido de carbono. Destacando que hemos considerado que el 90% de los visitantes venían desde París, algo que, evidentemente, no tiene demasiados visos de ser así. Si pensamos que desde Londres las emisiones se multiplicarían por 3, desde Berlín por 4 o por casi 7 desde Nueva York, es evidente que el problema se agrava muchísimo más. De hecho, si todas las visitas tuvieran su origen en Nueva York, el total de emisiones supondrían en torno al 7% de las de España en el año 2004. No parece muy descabellado si consideramos que viajar desde Tokio hasta Zaragoza multiplicaría por 11 las emisiones desde París y seguro es que Gran Scala cuenta con un importante número de visitantes nipones cada año. Sobretodo, teniendo en cuenta el entusiasmo que han mostrado gestores y promotores.
¿Qué opciones existen para contrarrestar los efectos de semejantes cantidades de emisiones de dióxido de carbono? Pues podriamos optar por invertir en aumentar la masa forestal de la península con el fin de que ese exceso de emisiones sea captado por los vegetales en su proceso de crecimiento. También por colocar un número indeterminado de paneles solares que contribuyan a reducir las emisiones en el sector energético manteniendo el balance nulo.
La huerta solar Monte Alto en Milagro (Navarra), la mayor del mundo, evita únicamente 13.454 toneladas de dióxido de carbono. El mismo efecto depurativo de 673.000 árboles. Para contrarrestar el efecto de 4.630.000 toneladas de dióxido de carbono serían necesarios un total de 231.600.000 árboles aproximadamente. Vamos a suponer una densidad de plantación de 1000 árboles por hectárea, lo que dependiendo de las especies no es del todo cierto y va en contra de nuestros intereses en este artículo, lo que lanza un resultado de 231.600 hectáreas. Atendiendo a otras densidades de plantación la superficie se dispara pudiéndose multiplicar hasta por tres. El presupuesto para la reforestación de 60 hectáreas calcinadas en la Comunidad Autónoma canaria era cercano a los 310.000 Euros. Lo que, extrapolándolo a nuestro caso, supondrían casi 1.200 millones de Euros. Por otro lado, el Plan de Reforestación de Tierras Agrarias plantea un coste de reforestación de 1800 Euros por hectárea lo que daría un total de casi 417 millones de Euros, sensiblemente inferior. Ahora bien, habría que añadir un mantenimiento de 500 Euros/hectárea durante 5 años. En definitiva, el coste total sería de casi 1000 millones de Euros. Además, estamos hablando de replantar cerca de 232 millones de árboles en una superficie de 232.000 hectáreas. El Plan de Reforestación de Tierras Agrarias sólo ha reforestado 600.000 hectáreas desde el año 1994. Por otro lado, el movimiento de la Premio Nobel de la Paz Wangari Maathai ha plantado tan sólo 30 millones de árboles, un irrisorio 13 por ciento, en todo el continente africano desde el año 1977. Además, habría que esperar décadas a que la madurez de estos árboles permitiera que su actividad vital tuviera efectos sobre las emisiones que pretendemos contrarrestar. No hace falta incidir demasiado en que el problema climático lo tenemos aquí y ahora y que la Unión Europea se ha puesto como años límite para la reducción de emisiones el 2020 y el 2050.
En lo que respecta a la segunda de las opciones, de pretender reducir en 4.500.000 toneladas de dióxido de carbono el sector energético, necesitariamos producir un total de 4.277.566 MWh. El total de horas máximas que puede funcionar anualmente cualquier planta de producción de electricidad es de 8.760. Las instalaciones fotovoltaicas raramente superan las 2000 horas. En en el caso de que funcionara esas 8.760 horas, para producir esa cantidad de energía limpia, necesitariamos una instalación de unos 488 MW, para clarificar un poco el tema, aproximadamente la mitad de la potencia de una instalación nuclear. En caso de considerar las 2000 horas que verdaderamente trabajan estas instalaciones, necesitariamos una planta con una potencia el doble de una nuclear. Todo eso suponiendo que Gran Scala no consuma ni un solo kilowatio hora de electricidad. Algo que, todos sabemos, no es posible a menos que iluminen los casinos con velas y, entonces, habría que calcular las emisiones de fabricar esas velas. La huerta solar Monte Alto en Milagro (Navarra) ocupa 51 hectáreas de superficie y tiene una potencia de 9,5MW. La superficie total que debería ocupar esa instalación fotovoltaica en Gran Scala sería de unas 2.600 hectáreas, 600 hectáreas mayor que el macrocomplejo de ocio. Es evidente que ni siquiera colocando paneles fotovoltaicos en cada metro cuadrado del proyecto podriamos evitar el terrible impacto ambiental expuesto en este artículo.
Conclusiones
Gran Scala es un proyecto inviable medioambientalmente debido al elevado volumen de visitantes que espera recibir anualmente. Los efectos contaminantes de unos 22 millones de personas desplazándose desde una ciudad relativamente cercana a Zaragoza como París no pueden ser contrarrestados en un tiempo razonable. No habemos ya del resto de ciudades del planeta.
La actual visión del desarrollo sostenible de gobernantes y empresarios pretende hacernos creer que proyectos de esta envergadura se pueden llevar a cabo respetando ciertos aspectos medioambientales. Sin embargo, un análisis más serio demuestra que los problemas que generan trascienden todos los límites imaginables. El desarrollo sostenible es, por tanto, incompatible con este tipo de actuaciones.
Referencias
http://www.finanzas.com/id.9212480/noticias/noticia.htm
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=376717
http://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/detalle.php?id=259705
http://www.eco2site.com/News/Dic-04/cop1023.asp
http://www.carbonneutral.com/cncalculators/flightcalculateSAS.asp
http://www.mma.es/secciones/calidad_contaminacion/atmosfera
http://www.ecoportal.net/contenido/temas_especiales/cambio_clim_tico
/evolucion_de_las_emisiones_de_gases_de_efecto_invernadero_en_espana_1990_2003
http://www.climnet.org/publicawareness/transportsp.htm
http://www.jccm.es/medioambiente/desrur/reforestacion/reforestacion.htm
http://www.turcon.org/drupal/?q=taxonomy/term/50&page=2
http://www.turcon.org/drupal/?q=node/1001
1 comentario:
Me ha gustado mucho el artículo.
He llegado hasta aquí a través de un enlace que has dejado en un comentario de una noticia de El Periódico de Aragón, en el que has firmado como "Ingeniero Industrial". Yo estoy acabando la carrera.
Por cierto, un "iluminado", Miquel Lantic, ha respondido diciendo que Gran Scala "a lo mejor resulta que mejora tu sueldo y nivel de vida, un Ing Industrial, no tiene muchos sitios en donde trabajar en Aragon, salvo que se dedique al mundo comercial, vamos de vendedor de botijos". ¿Puede ser este un perfil acertado de los que defienden gran scala?, me refiero a esos que hablan sin saber, hasta el punto de no saber lo que hace un ingeniero industrial, que ahora resulta que es un mero comercial (con todos mis respetos a los comerciales).
Bueno, no será esta la última vez que visite tu blog.
Un saludo.
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