jueves, 16 de octubre de 2008

¿Por qué Abe Osheroff?

Redacción Hombres Perro
Abe Osheroff es la prueba irrefutable. Este veterano de la Guerra Civil española fue desde su infancia un comprometido activista por la transformación social y lo que él mismo denominaba "humanismo radical". La Guerra de España no fue sino un episodio más de su narración vital, puede que el más emotivo, quizás el que dejó un poso mayor en su memoria y, por supuesto, el que ha motivado que muchos sepamos de su trabajo activo por un mundo mejor para todos. Sin embargo, no fue el único. Y, sobretodo, no fue el último. Por eso Abraham Osheroff es la prueba irrefutable de que la madurez, las derrotas y las decepciones no son óbice para que el individuo modifique sus planteamientos políticos. En su caso, además, hay que reseñar que, siendo miembro del Partido Comunista de los Estados Unidos, tuvo que soportar la enorme crisis de identidad que supuso para la gente de su generación conocer las brutalidades del régimen de Josef Stalin, denunciadas por Nikita Jruschov en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en el año 1956.

Entre aquel primer arresto durante la Gran Depresión, por reintroducir el mobiliario en las viviendas de las familias que habían sido desalojadas, hasta el último, por oponerse a la Segunda Guerra del Golfo, transcurrieron más de setenta años. En esas siete décadas Abe participó en la lucha sindical; viajó a España a luchar contra el fascismo después de conocer del bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor; continuó esa lucha por la libertad en la Segunda Guerra Mundial; militó en el movimiento por los Derechos Civiles y construyó viviendas para la Nicaragua sandinista, entre otras acciones directamente relacionadas con su militancia sociopolítica. Ninguna de las derrotas que sufrió le hicieron apearse del vehículo al que supo subirse siendo todavía un niño en Brooklyn. Él mismo lo expresó de forma inapelable: "si necesitas una victoria no eres un luchador, eres un oportunista". Por supuesto, la consciencia de Abe lo coloca, por méritos propios, en la categoría de luchador. Junto a todos aquellos que han luchado por una victoria de la que no serán testigos pero cuyos esfuerzos habrá que recordar una vez ésta llegue. Pues también lo expresó de modo magnífico unos días antes de morir cuando afirmo, durante la inauguración del único monumento que reconoce la labor de los brigadistas estadounidenses en España, que "la materia de la que estamos hechos nunca desaparecerá con o sin monumentos ya que los bastardos no van a cesar en su maldad y los seres humanos decentes no se detendrán jamás en su lucha".

Si seguimos las enseñanzas del método ciéntifico la vida de Abraham Osheroff vacía de contenido ese extendido axioma por el cual toda persona es idealista en su juventud y, conforme adquiere madurez, va evolucionando, cuando menos, hacia un escepticismo extremo que se traduce en una apatía absoluta por las condiciones de vida propias y de sus semejantes. Según el método científico -y estamos de acuerdo en que en un experimento social entran variables que no pueden controlarse a diferencia de una acción científica de carácter experimental-, bajo condiciones idénticas los resultados de todo experimento deben coincidir independientemente del emplazamiento en que éste tenga lugar.

Parece lógico considerar las vivencias de un individuo como las variables independientes del experimento y sus decisiones, su forma de actuar, su praxis, las variables dependientes. De esta manera podríamos concluir que Abe Osheroff se comportó de la manera en que lo hizo, despertando la admiración de muchísimas personas, debido a la ingente cantidad de situaciones que vivió relacionadas con la injusticia social. Que su vida no tuvo nada de extraordinario ya que sufrió situaciones que condicionaron sus actuaciones y que, casi con total probabilidad, no dejó de sufrirlas hasta su muerte. Ya que eso justificaría su última detención, con casi noventa años, intentando evitar la Guerra de Irak en el 2003. Sin embargo, lo cierto es que después de la edición del documental “Sueños y Pesadillas”, en que Abe narraba su viaje desde Brooklyn hasta los campos de batalla de la Guerra Civil española, así como su regreso a España en 1974, no sólo salió del anonimato, también comenzó a impartir clases por todos los Estados Unidos narrando su historia y la labor de la Brigada Lincoln. Lo que en ciertos círculos sería susceptible de ser considerado un situación mucho más cómoda que la propia de un trabajador asalariado.

Según el planteamiento inicial del párrafo, lo lógico es que Abe Osheroff, al menos después de los años setenta, hubiera abandonado su militancia. Pues suelen ser personas acomodadas las que sostienen el axioma que pretendemos desarmar con el presente artículo. Igual que hay gente que sufre humillaciones constantes y no se rebela contra ellas; personas que no las sufren pero se levantan contra las injusticias cometidas contra los demás; hay personas que mejoran su posición en la sociedad y no por eso abandonan sus planteamientos ideológicos. Abe Osheroff es un ejemplo de ello y, de acuerdo con el método científico, al menos crea la duda en ese razonamiento que aúna madurez y escepticismo. Por todo ello y por la existencia magnífica que sostuvo durante noventa y dos años, gracias Abe.

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