Me desplazo en bicicleta cada día para realizar mis actividades cotidianas. Lo que significa que no tengo ninguna responsabilidad en un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero que nuestro modelo de transporte genera. Tampoco se me puede responsabilizar por la escasa, en algunos casos nula, fluidez del tráfico. Y mucho menos por la enorme superficie destinada a plazas de aparcamiento las cuales, además, resultan insuficientes. Si las personas que me rodean actuaran del mismo modo en que yo lo hago disfrutaríamos de un medioambiente sano, los trabajadores ahorrarían tiempo en sus desplazamientos y ganarían, por tanto, en calidad de vida y nuestras ciudades serían, otra vez, lugares de encuentro.
A pesar de todo esto, mis derechos como usuario de la vía pública no son reconocidos. Soy increpado cada viaje para dejar mi espacio a los automóviles. Incluso cuando circulo de un modo defensivo ocupando todo el carril, estos me adelantan muy cerca. Sufro acelerones, ruidos y frenazos. En definitiva se me imponen una movilidad y una normativa de tráfico pensadas en exclusiva para el automóvil.
A pesar de todo esto, mis derechos como usuario de la vía pública no son reconocidos. Soy increpado cada viaje para dejar mi espacio a los automóviles. Incluso cuando circulo de un modo defensivo ocupando todo el carril, estos me adelantan muy cerca. Sufro acelerones, ruidos y frenazos. En definitiva se me imponen una movilidad y una normativa de tráfico pensadas en exclusiva para el automóvil.
La bicicleta tiene un componente subversivo imponente. Su uso cotidiano es sinónimo de desobediencia; una negativa a aceptar, no sólo el modelo de movilidad, también la filosofía que lo acompaña. Supone apostar por una sociedad distinta cuya proyección hacia el futuro es imposible de cuantificar. Contra la movilidad y la normativa de tráfico actual los ciclistas urbanos y cicloturistas constituimos la vanguardia del cambio. Nunca desplazarse en un medio tan entrañable había supuesto una militancia tan compleja que tiene apartados en todos los frentes, desde el medioambiental hasta el económico.
Si yo me muevo en bicicleta todo se transforma. Mi dependencia energética se reduce de modo drástico. La atmósfera de mi entorno es saludable. Se reduce el espacio destinado a los automóviles y aumenta el que puede ser disfrutado por todos los usuarios de la vía pública. El poder económico de las transnacionales del automóvil es sustituido por cooperativas de producción de bicicletas. En definitiva, un nuevo concepto asociado al urbanismo y la movilidad se extiende impregnando cada sector socioeconómico.
Si yo me muevo en bicicleta todo se transforma. Mi dependencia energética se reduce de modo drástico. La atmósfera de mi entorno es saludable. Se reduce el espacio destinado a los automóviles y aumenta el que puede ser disfrutado por todos los usuarios de la vía pública. El poder económico de las transnacionales del automóvil es sustituido por cooperativas de producción de bicicletas. En definitiva, un nuevo concepto asociado al urbanismo y la movilidad se extiende impregnando cada sector socioeconómico.
5 comentarios:
¡A las bicicletas!
¡A las bicicletas!
qué bonito texto, lo mejor te lo guardas para tu blog y a la radio solo vas a introducir reflexiones
Magnífica entrada. La reproduzco, citando la fuente, en mi blog.
Como dice Don biciclote: ¡A las bicicletas!
Como muy bien dices, si las personas que te rodean actuaran como tu, viviriamos en un ambiente limpio, la calle seria un lugar de encuentro..., sin embargo, no todas las personas pueden realizar sus actividades cotidianas en bici, las hay que trabajan en las afueras de la ciudad, las hay que viven en las afueras y trabajan en el centro, de hecho, la gran mayoria de personas de este pais, trabajan a una distancia que hace imposible su desplazamiento a sus lugares de trabajo por medio de la bici, de tal manera que colaboran con la emisión de gases de efecto invernadero o con la despersonalización que estan sufriendo las calles. Por desgracia hay muchas personas que no actuan como tu, no pueden elegir, y poco a poco se cargan el planeta, tu no, tu vas en bici, y puedes elegir, el problema es que ellas son más, y cada vez más.
Si que pueden elegir. Siempre se puede elegir. No estamos sometidos al destino. Cuando alguien decide comprarse una casa en un lugar determinado, puede que no le guste la cantidad que ha de pagar al mes de hipoteca o las horas extras que va a tener que realizar para llegar mejor a fin de mes. Quizás sólo a llegar. Pero es una elección. Cuando alguien tiene un trabajo lo tiene porque se ha puesto en contacto, de una forma u otra, con alguien de la empresa. Puede que fuera la opción que menos aspectos negativos le causaba, pero es una elección. Igual que es una elección renunciar a un mejor sueldo para no verte en la obligación de utilizar un coche para ir a trabajar. Igual que lo es vivir cerca de tu trabajo o no vivir. Incluso tienes una opción en asumir que tienes que coger el coche todas las mañanas y quedarte de brazos cruzados no haciendo nada al respecto o bien coordinarte con los compañeros para coger un coche cada día, buscar opciones en el transporte colectivo, etc. Cuando elijo y me equivoco, prefiero pensar que me he equivocado a considerar que alguien mueve los hilos de mi existencia. Entre otras cosas, porque así tarde o temprano esta se verá mejorada.
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